lunes, 1 de octubre de 2012


Pensé que te encontraría más allá del arcoiris,
serías algo así como mi olla con oro.
Pero, partamos por la base...
Ni siquiera he sentido la lluvia que pueda crear
la ilusión de los siete colores.
Aún así, sé que estás ahí, en algún lugar.

Una pared nos separaba, y por sus ventanas, podía ver tu silueta
moverse con esa gracia tan propia de ti,
imaginé por un momento que bailabas, al ritmo de una melodía imaginaria también.
Tu jamás te diste cuenta de que estuve ahí, mirándote.
Hoy te vi.

Te vi y fuiste mía un instante... ¡Qué glorioso instante!


Los días pasan saludando amablemente.
Los miras caminar a paso moderado por la acera,
y no haces nada por detenerles... ¿Para qué?
Tienes razón.
No hay motivo alguno para hacerlo.

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