Cuando él levanta la cabeza, ella advierte asombrada que llora.
Sus lágrimas, las primeras que le ve verter resbalan por sus mejillas
Sin que él atine a enjugarlas, sorprendido por el arrebato de su propio llanto.
¡Llora, llora al fin! O puede que sólo llore su juventud que siente ida con esa muerta;
Puede que solo llore fracasos cuyo recuerdo logró durante mucho tiempo aventar
Y que afluyen ahora inaplazables junto con el primer embate. Pero ella sabe que
La primera lágrima es un cauce abierto a todas las demás, que el dolor y quizá también
El remordimiento han conseguido hender una brecha en ese empedernido corazón,
Brecha por donde en lo sucesivo se infiltrarán con la regularidad de una marea que leyes
Misteriosas impelen a golpear, a roer, a destruir.
Fragmento de La Amortajada, de María Luisa Bombal.
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